Sierra de Gredos, la escapada rural perfecta

Sierra de Gredos, la escapada rural perfecta

A poco más de dos horas por carretera desde Madrid, en plena Provincia de Ávila,  Castilla y León, encontramos la imponente Sierra de Gredos. La casi interminable lista de actividades que se pueden realizar en la región, desde el ciclismo de montaña y el esquí alpino y de fondo, pasando por el piragüismo, el rafting y la escalada, hasta los paseos a caballo, las rutas micológicas y la observación de aves y del cielo nocturno, hacen de la Sierra de Gredos el lugar idóneo para la escapada rural perfecta.
En esta entrada os contaré un poco acerca de la cara norte de la sierra, que con su irregular orografía y sus torrentes fluyendo a través de pequeñas aldeas habitadas por agricultores y ganaderos, contrasta bastante con su lado sur, más suave y cálido y con pueblos más grandes rodeados de huertos y viñedos.

Sus cumbres se elevan por sobre los 2.500 metros, destacando de entre ellas el Circo de Gredos, un arco de cumbres con orientación norte y que incluye su pico más alto, el Pico de Almanzor, con sus 2.592 m de altitud. Tanto el porcentaje de días en los que se pueden realizar actividades en esta zona, que es superior a la media del resto de España, como el fácil acceso desde la plataforma a la alta montaña, convierten a la Sierra de Gredos en el destino ideal para el aficionado de las actividades de montaña y que para sus escapadas busca alojamiento en EscapadaRural.com.

Cabras de montaña, buitres negros y águilas imperiales habitan este paisaje esculpido hace decenas de miles de años por los glaciares. Tal es la riqueza de la zona que a comienzos del siglo XX, en 1928 para ser exactos, el Rey Alfonso XIII decidió la construcción de un pabellón de caza en la zona, más precisamente en El Alto del Risquillo, pabellón de caza que se convertiría en el primer alojamiento de la Red de Paradores Nacionales, en el que en 1978 se formalizó el borrador de la Constitución Española y desde el cual se puede apreciar la majestuosidad del Valle de Tormes, a los pies de la Sierra de Gredos.

Paseo a caballo

Hacía tantos años que no montaba a caballo que escuché atentamente las explicaciones que recibían mis compañeros de ruta referentes a cómo subirse a sus respectivas monturas. Una vez llegado mi turno no me quedaban demasiadas excusas para cometer un error.

Pie izquierdo en el estribo, cogiendo la crin con la misma mano y oooop estoy arriba de mi precioso caballo árabe blanco. Una de mis pocas victorias sobre el noble animal.

Comenzamos el paseo. Entre lo amenazante de las nubes el sol se esforzaba por mantenerse presente colándose por momentos entre ellas. En los momentos que lo lograba, la Sierra de Gredos nos volvía a regalar una preciosa mezcla de luces y sombras siempre condimentada por la presencia de alguno de sus habitantes.

Si mi corcel hubiera sido más condescendiente con mi falta de conocimiento acerca de cómo comunicarle lo que quería de él, hubiera podido hacer aún muchas más fotos. Mi próxima vez por aquí reservaré tiempo para repetir a pie las mismas rutas ecuestres.

El trayecto no presentaba muchas dificultades, a excepción por su puesto cuando quería que mi transporte me obedeciera. La campiña que discurre a los pies de la sierra da muchísimo juego y desde aquí arriba se me antoja apearme a cada momento para hacer fotos.

Que mi caballo se detenga no era un gran problema pero, sin lograr luego hacerlo galopar, no hubiera podido acortar las distancias con el resto del grupo.

Una fina llovizna comenzó a caer durante el final del paseo, acompañando al anochecer, mientras atravesábamos pequeños y silenciosos poblados que llenaron nuestros pulmones del cálido olor a leña de las hogueras calentando el interior de sus casas.

Caballos, llovizna, anochecer y olor a leña, la Sierra de Gredos inunda mis sentidos y convierte a esta excursión ecuestre en una experiencia que nunca olvidaré y digna de ser repetida.

Ruta micológica

Micología: ciencia que se dedica al estudio de los hongos. Es una de las áreas de la ciencia más extensas y diversificadas que aporta avances significativos a la investigación científica y al desarrollo tecnológico. Empezando así el párrafo da la impresión de que sé de lo que estoy hablando… ¿A que sí?

Pues el 95% de lo que sé acerca de la micología lo aprendí en la Sierra de Gredos. El 5% restante es el comienzo mismo de este párrafo, y lo aprendí de la Wikipedia.

Si tuviéramos que calificar a la Sierra de Gredos desde el punto de vista de un fan de la micología el resultado sería algo así: Variedad: 10, Calidad:10, Diversidad:10, Abundancia: ¡ 11 ! Comenzamos la ruta mitológica de la mano de nuestro guía Juan Francisco y rápidamente me doy cuenta de la cantidad de conocimientos necesarios para la correcta detección de las setas y la intrínseca combinación de factores que las hacen comestibles o no. Otra experiencia en la que todos los sentidos participan… es como si a la sierra siguiera antojándosele dejar huella en nosotros a través de todos ellos.

Es de destacar cómo el cuidado y el respeto del medio ambiente forman una parte importante del proceso de recolección de setas. Desde no recoger más de las que vamos a consumir hasta devolver a su sitio las que hayamos recolectado por error, disfrutamos de esta actividad intentando dejar lo más intactas posible las áreas que exploramos, lo que es bastante difícil dado la increíble abundancia.

También hay que tener en cuenta la frescura de nuestros hallazgos, teniendo en cuenta lo que tardaremos en prepararlas, porque de no hacerlo deberemos deshacernos de todas las que no hayan soportado el paso del tiempo. Son tan abundantes que hay que prestar atención y buscar dónde posar el pie para evitar pisarlas.

Pronto nos vemos jugando a ver quién es el que encuentra una distinta, para dirigirnos rápidamente hacia Juan Francisco para que nos explique algo acerca de nuestro hallazgo. Tan entretenidos estamos que el tiempo se nos pasa volando… más de una hora… ¡y solo hemos recorrido 100 metros!

Avistamiento de aves

También conocida por su nombre en inglés, Birding (o Birdwatching), el avistamiento de aves es otra de las actividades que destacan en la Sierra de Gredos. Mientras que hace 3 años el turista extranjero representaba el 3% del volumen de negocio de esta actividad, en la actualidad llega al 80%. Destacan por su perfil de alto poder adquisitivo y por ser un turista que suele ocupar plazas de lunes a jueves, complementando perfectamente con el turista nacional, que es más asiduo a hacer sus reservas para escapadas rurales durante los fines de semana en EscapadaRural.com.

El Hostal Almanzor, en Navarredonda de Gredos, ha capitalizado este especial segmento de mercado de una manera muy curiosa. Todos sabemos lo esquivas que puede ser ciertas aves y lo difícil que es poder observarlas con proximidad evitando alterar su medio. En muchos casos es necesaria la instalación de un puesto de observación oculto, comúnmente llamado “Hide”, en el cual debemos permanecer bastante tiempo, suelen ser bastante incómodos y, dependiendo del nivel de protección de la zona, pueden tener bastantes restricciones.
Pues bien, en este hostal de la Sierra de Gredos lo han solucionado. Adosado a la parte trasera del hostal, el propietario ha construido un “Hide” en perfectas condiciones. Su gran cristal permite observar y fotografiar la gran variedad de aves que se acercan atraídas por el alimento dispuesto estratégicamente, y todo sentados cómodamente y calentitos. Eso si, tened la precaución de no acercaros demasiado al cristal, dado que provocará que la aves nos vean y huyan. Perfecto para tomar el café haciendo “birding” después de la magnífica comida que sirven en el hostal.

Cielo Oscuro

Y la mayor sorpresa para el final. Resulta que la zona norte de la Sierra de Gredos dispone del certificado de Destino Turístico Starlight. Otorgado por la fundación del mismo nombre en agosto de 2013, es fruto de uno de los esfuerzos que la Asociación de Empresarios Norte de Gredos lleva adelante para generar sinergias entre las 110 empresas asociadas de la región, todas ellas relacionadas con el turismo, favoreciendo así la creación de puestos de trabajo y logrando la fijación de población en la zona. Gracias a este certificado, han convertido su cielo en un recurso turístico más que pueden apreciar los que se acercan a la sierra a disfrutar de su medio natural, recuperando la antigua tradición de contemplar el cielo e intentar comprenderlo.
Con una media de 250 días al año de máxima visibilidad, una altura media de unos 1.300 m y un grado de humedad muy bajo, son altas las probabilidades de poder contemplarlo durante alguna escapada rural a la zona. Francisco Sánchez, propietario del hotel “El Milano Real” nos lo pondrá especialmente fácil. Desde hace 15 años dispone de su propio observatorio en lo alto de su hotel y cada noche organiza sesiones de observación.
Como si fueran pocas las razones por las que volver a fotografiar la Sierra de Gredos, parece que Don Francisco permite montar vuestra propia cámara en su telescopio. Está todo dicho: Sierra de Gredos, ¡Volveré!

He visitado la Sierra de Gredos gracias a